Las estadísticas son mixtas, pero en general dicen que la economía es débil

Si escuchas a la Casa Blanca, escuchas que la economía es fuerte. Otros le dirán que ya se ha hundido en la recesión. Tales diferencias “analíticas” son comunes en casi todo momento y casi siempre reflejan la agenda política del orador más que cualquier lectura directa de la evidencia estadística. Estos días las cosas parecen más ambiguas que de costumbre. Las estadísticas ofrecen municiones para ambos puntos de vista. El presidente puede señalar, y lo hace, el sólido crecimiento de las nóminas. Aquellos con una visión menos optimista de las cosas pueden señalar, entre otras cosas, dos caídas trimestrales consecutivas en el producto interno bruto (PIB) real de la nación. Aunque el balance de la evidencia apunta claramente hacia un debilitamiento de la economía, también es justo admitir que las estadísticas pintan un cuadro extrañamente mixto.

El informe mensual de empleo del Departamento de Trabajo ilustra. En el lado positivo, la encuesta de empleadores de julio mostró una sorprendente expansión en las nóminas, una ganancia de 528,000 puestos. Las nóminas privadas se expandieron en 471,000 puestos. Aunque estos no son aumentos récord, están más allá de la mayoría de la experiencia histórica y mucho más allá de las expectativas de consenso. Pero en el mismo informe, la encuesta de hogares mostró que los empleos de julio aumentaron solo 179,000. Esto cuenta una historia bastante diferente de la cuenta de los empleadores. La creación de puestos de trabajo no solo fue mucho menor, sino que fue insuficiente para superar la disminución de puestos de trabajo en junio, de modo que durante los dos meses de junio y julio, la nación, según esta medida, eliminó unos 136,000 puestos de trabajo.

A pesar de este contraste, aún sin explicar por parte del Departamento de Trabajo, lo que inclina la balanza hacia el lado negativo es el flujo de información de otros lugares y del resto del informe mensual del departamento. Es cierto que la tasa de desempleo bajó ligeramente del 3.6 % de la fuerza laboral en junio al 3.5 % en julio, pero el departamento también informó que unas 538,000 34.6 personas abandonaron la fuerza laboral en julio. Como no están trabajando ni buscando trabajo, este movimiento explica con creces la caída de la tasa de desempleo. Es más, el promedio de horas semanales trabajadas se mantuvo sin cambios en julio en XNUMX, aún por debajo de la medida de abril.

Fuera de la contabilidad del Departamento de Trabajo, están, por supuesto, las caídas del PIB real en el primer y segundo trimestre, las caídas precipitadas en la confianza del consumidor y los informes del Instituto de Gerencia y Abastecimiento (ISM) de una desaceleración general y una caída absoluta en la parte de nuevos pedidos de la medida. Esta lista de aspectos negativos, por supuesto, está lejos de ser completa, pero no obstante es indicativa.

Aparte de las estadísticas actuales que apuntan a un declive económico, otras dos consideraciones pesan mucho sobre las perspectivas de la economía. Uno es la inflación en curso. En la última medida, para junio, el índice de precios al consumidor (IPC) subió 9.1% desde los niveles del año anterior. Parece probable que este tipo de presión sobre los precios dure. Incluso si disminuye un poco, digamos un 8% o un 7%, seguirá siendo suficiente para perjudicar las perspectivas de crecimiento económico al erosionar la confianza de las empresas y los consumidores y desalentar el ahorro y la inversión de los que depende en última instancia el crecimiento económico. Estos efectos podrían provocar una recesión por sí solos. Ciertamente no sería la primera vez en la historia que la inflación lo hace.

Una amenaza recesiva aún más potente surge de la lucha de la Reserva Federal (Fed) contra la inflación. La Fed comenzó este esfuerzo en marzo pasado. Antes de eso, había seguido una política monetaria pro-inflacionaria. Mantuvo las tasas de interés a corto plazo cerca de cero y vertió dinero nuevo en los mercados financieros comprando bonos directamente, en su mayoría bonos del Tesoro e hipotecas, una práctica a la que la Fed se refiere como "flexibilización cuantitativa". Pero desde el cambio de política de marzo, la Fed ha drenado dinero de los mercados financieros mediante la venta de la acumulación de bonos que había adquirido previamente y elevando las tasas de interés a corto plazo en unos 1.75 puntos porcentuales. Si bien estos son movimientos antiinflacionarios estándar, también restringen la actividad económica. Es más, la Fed parece decidida a tomar más medidas en este sentido en las próximas semanas y meses, un patrón que hará que la recesión sea aún más probable.

Si esta evaluación es correcta, y parece probable, entonces las estadísticas en las que se basan los optimistas, incluida la Casa Blanca, se volverán negativas en los próximos meses. La evidencia de debilidad económica, si no de recesión absoluta, será abrumadora. Sigue siendo incierto si esta resolución del panorama económico tendrá lugar en el próximo mes o dos, pero es poco probable que las ambigüedades se mantengan durante mucho más tiempo.

Fuente: https://www.forbes.com/sites/miltonezrati/2022/08/08/statistics-are-mixed-but-on-balance-say-the-economy-is-weak/